Patricia Dauder / Silvia Dauder ProjecteSD

Site-Specific Conversation continúa su colaboración con Barcelona Gallery Weekend ofreciendo una serie de conversaciones que se publicarán semanalmente durante el verano.

La propuesta toma de nuevo una novela, esta vez escrita por Patti Smith, Just Kids (Éramos unos niños), para poner el foco en el «crecer juntxs» y profundizar en los inicios, la profesionalización, la convivencia con las exigencias del mercado del arte o las dinámicas colaborativas, entre otros aspectos.

Conversamos con la artista Patricia Dauder y la galerista Silvia Dauder, directora de ProjecteSD. Como puede apreciarse son familia, concretamente hermanas, y ambas trabajan juntas en el sector del arte. La educación y la sensibilidad por lo artístico, heredada de su familia, les ha permitido desarrollar intereses comunes y una complicidad que ha traspasado lo familiar para caminar juntas en lo profesional.

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Escuché en una entrevista, Silvia, que fue Patricia quién te introdujo en el mundo del arte, ¿fue así?

 

Silvia

Bien, yo ya era amante del arte.

Cuando acabé el bachillerato, una de mis opciones era estudiar Historia del Arte y, la otra, Biología. Al final, me decanté solo por Biología, porque creía que era, quizás, sobreestimar mis capacidades… Pero el arte, la idea del arte, era una cosa de la cual no podía prescindir en mi juventud.

La visita asidua a galerías y ferias de arte contemporáneo, sí que fue adquirida de una forma más premeditada. Patricia era artista antes de que yo pensara abrir una galería. Ella trabajaba con la galería Antonio de Barnola en Barcelona, y como en aquella época estaba haciendo una residencia en Holanda, yo hice, en cierto sentido, de vínculo entre la galería y ella. Incluso, a veces, tenía que enviar cosas a su galerista. Así pues, sí que fue a través de ella que empecé a pisar una galería de una forma menos anónima o menos como una visitante de exposiciones, y empecé a ver cómo era una galería por dentro.

Quizás la primera galería que conocí tenía su peculiar idiosincrasia… Pero también quiero recordar, en honor al malogrado Antonio de Barnola, que en aquellos momentos, en los 90, él era un galerista de referencia en la ciudad y su programa estaba muy bien considerado por el riesgo y su dedicación al arte.

Patricia fue también residente a Hangar y yo iba a menudo. Teníamos unos intereses comunes.

Pero si no hubiera sido receptiva al arte, nada de esto se habría producido.

¿Tengo razón, Patricia?

Patricia

Sí, los hechos son estos. Pero además, recuerdo que de pequeña iba muchas veces a ver exposiciones con Silvia. Una de las primeras fue de Nonell en el Palau de la Virreina, en 1981. Así que antes de la concreción profesional había habido un interés hacia el arte por parte de las dos.

¿Vuestro interés por el arte viene de familia ?

Silvia

Hemos crecido en una familia donde ha habido sensibilidad por el arte, y, por tanto, nos ha facilitado una educación que ha propiciado que fuéramos sensibles al arte. En cambio, no había ningún antecedente familiar profesional en el campo artístico… Bueno, tan solo un tío se dedicó a ámbitos asociados más a la fotografía y al diseño.

Pero sí que había una sensibilidad por los detalles. Por ejemplo, mi madre ha sido siempre una persona con un gusto por la estética muy exagerado. Una mujer que le ha gustado coser, que ha podido diseñar sus trajes, que ha tenido algo en su ADN que quizás nos ha transmitido. Mi padre nos transmitió su gran espíritu de trabajo.

Creo que el arte me gusta gracias a mi padre y a mi profesora de Historia de la escuela, de cuando tenía diez u once años. Era muy buena profesora: se explicaba muy bien… y nos hacía ilustrar las clases con postales o imágenes que podíamos encontrar donde fuera… Y así, mi padre cada sábado me acompañaba a una tienda que había en la plaza del Pi para comprar postales de las temáticas que estuviésemos trabajando en la libreta de Historia. Así es como empecé a ver las reproducciones de «Tizianos», por ejemplo.

En fin, como mínimo, nuestros padres propiciaron que si nuestros intereses artísticos surgían en algún momento, no quedaran ocultos.

Patricia, cuando tu hermana empezó a vincularse más con el mundo galerístico, ¿fuiste tú quien la animó a abrir una galería?

Patricia

No, yo no la animé. Evidentemente, hubo conversaciones previas, pero su decisión no fue de un día para el otro.

Es decir, antes de decidir abrir una galería, Silvia consideró entrar a trabajar en el mundo del arte en una institución o en una galería ya en funcionamiento. Y en un momento concreto, ella consideró que lo mejor era abrir su propio espacio a partir de sus ideas, y con su personalidad.

Esto comportaba un riesgo porque no había una experiencia directa previa. Fue una transición gradual. Es así, ¿no, Silvia?

Silvia

Las cosas de la vida, a veces, se deben a muchos motivos… Estaba pasando por un momento profesionalmente un poco agotado.

Cuando decidí a abrir la galería tenía cuarenta y dos años, no era ninguna «jovencita simpática y divertida», sino que ya sabía lo que era trabajar; conocía las dificultades y las ventajas que implica llevar un negocio. Pero era muy consciente que mi experiencia dentro del mundo del arte era cero.

Sí que quería hacer un cambio profesional porque era demasiado joven para no disfrutar con mi trabajo. Tenía claro que me quedaban muchos años por delante y no me podía dedicar a tener una vida contemplativa, rica y llena, sin trabajar y ganar al menos el mínimo dinero necesario para vivir.

Mi primera idea no fue, al principio, abrir una galería. Si no: ¿cómo me puedo meter en este mundo? Y lo primero que hice es pedir trabajo a galerías. Está claro que un aspecto de becaria no lo tenía… Vi en seguida que las estructuras de las galerías son pequeñas, al menos en Barcelona, y que no me llevaría a nada. Si esto hubiera pasado en Nueva York, tal vez estaría trabajando en Gagosian.

Tengo mucha capacidad de riesgo y soy muy valiente, pero tampoco se trata de hacer castillos en el aire. Y la idea de presentarme a cualquier institución a pedir trabajo sin ningún currículum que me pudiera amparar con la más mínima experiencia, lo consideré totalmente inútil.

Y también pensé, con mi inconsciencia y mi poco conocimiento en aquel momento, que si lo hacía yo tendría más libertad de hacer y deshacer.

Y creo que no me he equivocado. Tal como está el mundo del arte hoy en día, puede llegar a ser una esclavitud trabajar en según qué instituciones.

 

¿Qué crees que aportó tu galería en aquel momento?

Silvia

Creo que la aportación fue gradual. Muy al principio, no me conocía apenas nadie, y tampoco llamaba demasiado la atención. Es algo habitual.

Bien, sí que la prensa vino enseguida. Recuerdo que hicimos una exposición que se llamó 140 dibujos y se me etiquetó como una galería de dibujos, cosa que no me parece grave, pero bien, yo no sabía ni lo que mi galería acabaría siendo.

Creo que aporté el hecho que venía de otro mundo y que no me dejaba llevar por unos vicios adquiridos o aprendidos en otras galerías.

También tuve claro desde el principio, que no quería un programa de artistas de la escena local más próxima de Barcelona. Está en mi ADN: he vivido y estudiado fuera, hace muchos años que hablo un buen inglés y  me comunico muy bien con la gente extranjera. No quería se la galería de la escena local de Barcelona. No es una mala idea, pero no es la que yo quería.

Con todo esto, la primera exposición individual fue en el 2003, con Jochen Lempert. Creo que aporté esta toma de decisiones por posiciones artísticas quizás poco esperadas en aquel momento y en la ciudad.

No todos los artistas vinieron de golpe, no todos los artistas eran desconocidos. Algunos de los artistas más consolidados con quién acabé trabajando, por ejemplo, Hans-Peter Feldmann, habían tenido muy buena presencia institucional en la ciudad y, este, fue un motivo de decidir trabajar con él.  Todavía no había habido nunca ninguna galería en el territorio español que se interesara por su obra.

Creo que tengo una manera de hacer muy silenciosa, muy rigurosa, muy fuera de lo que se espera. Y esto creo que todavía lo mantengo.

Patricia, en relación con la experiencia con otras galerías, ¿qué diferencia hay al trabajar con alguien de la familia como tu hermana?

 

 

Patricia

Debo decir que con quien he trabajado principalmente es con Silvia. Es decir, es cierto que empecé a trabajar con Antonio de Barnola, durante cuatro años, hasta que decidí dejar la galería. Pasé dos o tres años sin galería hasta que Silvia abrió. Después he tenido contactos muy esporádicos sobre todo con galerías extranjeras.

Barnola era un hombre al que le gustaba mucho el arte, no le importaba arriesgarse. Si a él le gustaba lo que hacías, te cedía el espacio de una manera muy fácil. Esto no era nada habitual y menos en la época. Pero también tenía sus dificultades, sobre todo, en el ámbito logístico.

Silvia es mi hermana y trabajar con un miembro de tu familia tiene una serie de peculiaridades; pero, es difícil encontrar personas que tengan la rigurosidad y la profesionalidad de ella. Y esto no es una opinión subjetiva, de hermana. La relación con ella, en este sentido, es excelente: es una persona con quien puedes tener una confianza plena; y si algo no funciona, no es porque no haya dedicado horas y se hayan puesto con todos los sentidos para que funcione. Sé que esto, desgraciadamente, no es tan común. A veces pienso que me he acostumbrado al hecho que este sea el patrón y, quizás, no es así.

Más allá de esto, evidentemente, hay una familiaridad y una franqueza en el poder hablar de las cosas de una manera bastante abierta y directa. Nos conocemos bastante bien. Hay cosas que, a veces, no hace falta hablarlas. Aun así, no siempre sus preferencias son las mías. Pero, sí que hay una sensibilidad compartida, como ella comentaba antes, que se ha traspasado también a la galería. A parte de los artistas y de un programa especialmente cuidado.

 

 

Y, precisamente, también conectando con esto, hay artistas que tienen una relación muy próxima con su galería; hasta el punto, que también colaboran en la elección de otros artistas o al definir líneas. Podría decirse que son artistas asesores de la galería. Como existe entre vosotras mucha confianza, ¿se ha generado esta relación?

Silvia

A veces hay conversaciones… pero no en este sentido. No tengo ningún artista asesor, ni ningún asesor de ningún tipo. Y no es que no quiera. Pero llevar una galería como la mía, es tan difícil que necesito más que un asesor. Si alguien quiere meterse en decisiones sobre programación, que esté al pie del cañón, como yo.

Patricia está cansada de decir que ella no es ninguna influencia en mí a la hora de tomar ninguna decisión. Si alguien quiere venir a enseñarme el trabajo, que venga directamente a mí, porque es la manera más correcta. Llevo el proyecto muy en solitario. Y no lo digo con orgullo, sino como una realidad, porque implica también muchas preocupaciones.

Ahora bien, cuando tomas la decisión de trabajar con un artista, en un sector que, actualmente, es tan difícil, tan extraño y tan tendencioso, no solo te tiene que gustar su trabajo, es que tienen que pasar otras muchas más cosas. Y un artista que te asesore, puede no ser consciente de todo lo que ello conlleva.

Patricia

El hecho de que Silvia no tuviera una formación artística, puede haber hecho pensar que yo intervenía de alguna manera; pero esto no ha sido nunca así.

Además, justamente, creo que al no haber tenido  una formación artística, le ha dado una personalidad diferente a la galería. Como ella dice, no le ha hecho hecho falta el asesoramiento de nadie. Esto no impide que hablemos, pero muy esporádicamente. Realmente el programa es fruto de aquello que a Silvia le parece correcto.

 

Silvia

Bueno, y con aciertos y desaciertos, está claro, ¡ahora no diré que lo hago bien sola y que soy una «superwoman»!

Y sí que tengo conversaciones con muchos artistas; hablamos de cosas y no dejan de ser conversaciones que son muy enriquecedoras. Pero, todo el mundo sabe que en mi galería no ha habido ningún artista que diseñara un programa. Yo voy bastante por libre.

Nos gustaría que nos hablarais de las exposiciones que habéis realizado juntas y, también, de la qué presentaréis el próximo Barcelona Gallery Weekend.

Silvia

Presentamos unos dibujos suyos del año 98-99 en la exposición inaugural, 140 dibujos, donde estaban Kai Takeda, Gustavo Marrone, Chuso Ordi y Patricia, explorando versiones diferentes aproximaciones de lo que era dibujar. En total, habremos hecho unas siete u ocho individuales juntas.

Como es habitual en Patricia y en todos los artistas que trabajan conmigo, tienen carta blanca para hacer lo que crean conveniente. La galería funciona como un acompañamiento, donde se intenta dar visibilidad pública al trabajo que en ese momento el artista está realizando. Así ha sido con Patricia.

Se ha producido una evolución del trabajo en el tiempo. Ahora recuerdo, por ejemplo, la primera exposición, no sé si se llamaba M, en la que estaba aquella maravillosa cortina de tela de gallinero metálica, llena de piezas de barro. Y casi era una instalación site-specific, porque tuvo que darle forma en el espacio de la galería.

La última exposición fue en 2019, si no lo recuerdo mal.

Patricia

Sí, se tituló Hollow.

Silvia

¡Exacto! Presentamos dibujos, esculturas… Después, Patricia expuso en la Virreina en 2021.

Desde entonces, ha ido produciendo piezas que no se han enseñado en la galería. En la exposición que viene ahora, titulada Interiors, se mostraran piezas nuevas que , quizás con alguna excepción, no se han visto en la galería, ni se han visto antes.

Y aquí paso el relevo a Patricia para que ella hable sobre la nueva exposición.

Patricia

Sí, es una exposición que he querido titular Interiors, porque hace referencia al concepto de interior y exterior, a la violencia entre lo privado y lo que hay fuera.

De hecho, es una temática constante en mi trabajo. Pero me di cuenta de que, últimamente, me estaba fijando mucho en los interiores de las casas.

El conjunto de trabajos, en cierto modo, hacen referencia a cómo uno percibe espacios que hay en un interior. Hay una serie de piezas escultóricas que no tendrán un referente claro, o ninguna cuestión arquitectónica, sino, más bien, cuestiones subjetivas de cuándo se experimenta un espacio a través del cuerpo o a través de las sensaciones. En algunos casos, me estoy yendo muy atrás; me remito a recuerdos que yo tenía de cómo me movía por un espacio cuando era pequeña, en mi casa.

Por otro lado, me propuse a mí misma que los trabajos fueran surgiendo orgánicamente, que una pieza me llevara a otra, y ésta a otra; y en ese momento ya lo tengo todo bastante configurado. Existen piezas escultóricas y ciertos materiales que pueden ser poco habituales… En realidad se trata de piezas sobre espacios que no existen; piezas que tienen relación con cosas que había hecho hace muchos años, a principios de los 2000, volviendo a motivos que hace 20 años eran muy centrales, como las estructuras suspendidas, el tema de la caída…

Trabajo sobre sensaciones que son muy poco concretas, pero que estoy intentando trasladar a algo real y dar un paso adelante con algunos trabajos escultóricos. Pensar, por ejemplo, en cómo puedo trasladar tridimensionalmente algo que está suspendiendo en el aire o algo que se erige. Sé que todo es muy impreciso, pero va un poco por ahí.

Sobre la idea del interior, al principio, tenía la duda de si poner la palabra casa en el título de la exposición; pero después quise rechazarlo, porque me parecía que interior se puede referir a más cosas, no sólo al interior de la casa, sino también al interior de las experiencias que uno mismo vive en casa. Este contacto tan íntimo con la habitación, con la casa, los recuerdos de cuando eres pequeño y como no se acogen a parámetros reales en los que nos movemos. También habrá piezas bidimensionales y dibujo.

Hay mucho de emocional también ¿verdad? En el espacio vivido intervienen los recuerdos, los sentimientos…

Patricia

Sí, tiene que ver con lo que queda, con su rastro, con las marcas.

De hecho, es un tema totalmente emocional para mí. Y existe una parte de subjetividad importante. Pero también está basado, como siempre, en observaciones.

Algunos de los materiales con los que estoy trabajando son reciclados de la calle o eran posesiones de gente que he comprado en mercados. Me gusta pasear por la ciudad. No lo hago como una práctica diaria, ni mucho menos; pero aunque solo sea de vez en cuando, del trayecto del taller a casa, observo mucho las casas, los interiores, los rastros, como vive la gente, las ventanas…, y me imagino lo que ocurre dentro.

El año pasado estuve haciendo un proyecto en una escuela. Y, justamente trataba de, a partir de materiales hallados, de rastros, de casas que ya se han tirado al suelo, imaginar la vida en su interior. Se ha vinculado a menudo mi trabajo con el paisaje y no es tanto así, en este caso.

Esta forma de observar los interiores, ¿no es también una manera de mirada nostálgica?

Patricia

Tengo el taller en Poblenou y es un barrio que se está transformando de forma radical en muy poco tiempo. Muchas casas antiguas se están tirando al suelo, y existe una construcción constante de edificios nuevos.

Una de las cosas que siempre me ha sorprendido de Barcelona es esta tendencia constante de destruir, echar al suelo cosas que se consideran que ya no sirven, lo viejo, de manera impúdica y sin ningún miramiento, para construir de nuevo. A mí, particularmente, esto me entristece bastante y sí que genera una atmósfera o tonalidad algo nostálgica.

Para finalizar siempre hacemos la misma pregunta, ¿qué es lo que hace que duren las relaciones entre artistas y galeristas?

Patricia

La confianza, supongo.

Silvia

El respeto.

Pienso que ocurre igual que con las relaciones humanas; sólo que es algo más complicado.

Se debe tener amor y respeto, sobre todo. Y ser muy serios con el trabajo que hace uno y otro. Y, cuando hay problemas, debe hablarse e intentar solucionarlos. A veces esto no es posible… Una galerista puede seguir trabajando durante muchos años con algunos artistas y con otros no, porque no todo depende del galerista y no todo depende del artista.

Patricia

Creo que también es muy importante trabajar con una persona con la que te entiendas bien. Que entienda el trabajo más allá de consideraciones comerciales, proyectuales o de tendencias. Si no se entiende un poco en profundidad lo que estás haciendo, es como tener una franquicia…

Lo que hacemos no es fácil, ni los artistas, ni los galeristas, por eso debe haber una complicidad.

 

Barcelona Gallery Weekend busca reforzar y hacer visible el rico y variado tejido artístico de Barcelona, fomentar el coleccionismo de arte y poner en valor la labor de las galerías como espacios generadores de cultura abiertos a toda la ciudadanía. Del 14 al 17 de Septiembre de 2023 se celebrará la 9ª edición con 32 galerías que presentan el trabajo de más de 60 artistas.