Site-Specific Conversation ha iniciado una colaboración con Barcelona Gallery Weekend 2022 ofreciendo una serie de conversaciones que se publicarán semanalmente durante el verano.
La propuesta toma la novela de Lucy Lippard como referente y se apropia del título Yo veo / Tú significas para hablar de prácticas, proyectos, dinámicas de trabajo y de las afinidades electivas entre artistas y galeristas. En el ejercicio de la escritura Lucy se da cuenta de que estaba avergonzada de ser una mujer. Este mismo sentimiento ha atravesado a muchas, a lo largo de los tiempos hasta la actualidad. Por ello, seleccionamos ocho galerías que en esta edición del Barcelona Gallery Weekend programan a mujeres. A lo largo de esta serie, conversaremos con artistas y galeristas poniendo el foco en las relaciones que se generan en un campo como éste, donde a menudo lo creativo se mezcla con lo afectivo.
En esta séptima entrega conversamos con la artista referencial Esther Ferrer y Gabriela Moragas, galerista de àngels barcelona, que llevan trabajando juntas desde que iniciaron el proyecto, hace más de diez años. La conversación, con una de las pioneras de la performance en el Estado español, nos permite conocer su manera de relacionarse con las instituciones y los públicos, y a entender su práctica artística como un aprendizaje. Nos acercará también a su interés por los números primos, una dedicación que le viene de lejos y que ahora adquiere total actualidad por la coyuntura actual.
Nos interesa que nos contéis el momento en que empezáis a trabajar juntas.
Gabriela / La primera exposición que hicimos con Esther fue en el 2008. La que inauguramos en septiembre será la cuarta que hace con nosotros. El proyecto (àngels barcelona) nacía con artistas que considerábamos referentes, Pep Agut nos asesoró y nos sugirió trabajar con Esther. Es una artista referencial para muchas generaciones y llevaba diez años sin exponer en España. Prácticamente lleva con nosotros toda la historia de la galería.
Esther / La persona que me contactó de la galería fue Pep Agut. Me propuso trabajar con ellos y le dije que sí y, desde entonces, trabajamos juntos.
¿Conocías previamente a Pep Agut?
Esther / Cuando me llamó yo sabía quién era pero no teníamos una relación cercana. Me contactó porque supongo que le interesaba mi trabajo. Con el tiempo, nos hemos ido tratando más.
Gabriela / Pep fue quien propuso llamarla. Los dos habían trabajado con la galería Trayecto. Y a partir de la relación entre galerías y de la relación entre artistas se generó una sintonía que favoreció estos nuevos pasos.
Hay muchos proyectos que surgen de sinergias. Relaciones que se dan entre galerías como colaboraciones e incluso compartir recursos. ¿Podrías explicarnos más, Gabriela, sobre la colaboración con Trayecto?
Gabriela / En este caso no fue tanto una colaboración sinó que había una sintonía. Pep trabajaba con Trayecto y empezó a colaborar con nosotros, Esther también trabajaba con ellos. Era más bien encontrar el elemento en común entre Pep y Esther.
Según nos comentas, Gabriela, nos parece importante resaltar que Esther llevaba diez años sin exponer en España.
Esther / Yo no expongo mucho, tal vez ahora más. No me gusta exponer. Lo hago porque no me queda más remedio, porque me gano la vida así, exponiendo. Y, naturalmente, en la exposición hay una manera de mirar las obras que es diferente de cómo las ves en el atelier. En este sentido sí es importante exponer. He expuesto muy poco porque solo lo hago cuando me contactan. De hecho, yo no he contactado en mi vida ni a una galería, ni a un crítico, ni a un museo…Por ello, he solucionado el problema ganándome la vida para no depender precisamente de la institución, de las becas, de nada. Yo hago mi trabajo para mí: porque me gusta; porque me interesa; porque quiero hacerlo; porque es mi vida. La pura verdad es que puede ser precario pero también te da una libertad, no tienes que estar corriendo detrás de nadie para pagar el alquiler y comer todos los días.
Gabriela / Desde la galería se quería solventar el hecho de que llevaba diez años sin exponer en el país. Justo después de exponer, al poner el foco de atención en ella, le dieron el Premio Nacional de las Artes Plásticas. A partir de entonces su trabajo empezó a generar más interés. A Esther, como ella mismo dice, lo único que le interesa es trabajar y lo demás le importa poco. Ya estamos los demás para intentar que se vea su trabajo.
Esther / Me parece muy bien que existan las galerías, los museos, los críticos. Me sorprende como estos pueden encontrar en mi trabajo cosas que yo no he pensado. Al principio me da risa; pienso ¿por qué dicen esto?, ¡qué idea!…pero luego reflexionando pienso: pues tienen razón, ¿por qué no van a haber visto esto? El trabajo de los otros lo respeto, pero yo vivo independiente. Yo hago el trabajo para mi, si además le sirve a otra persona, a quien sea le ayuda en algo, pues mejor, mi ego adquiere proporciones enormes.
¿Cómo era trabajar en un contexto dominado por hombres en tu época junto al grupo ZAJ?
Esther / Cuando me integré a ZAJ, prácticamente solo trabajamos nosotros tres (Juan Hidalgo y Walter Marchetti), pero era un grupo mucho más grande. Había mujeres que trabajaban en él ocasionalmente. Ser performer en la época era aceptar que se rieran de ti, que te tomaran por un artista poco serio. Había que asumir eso además del franquismo y todo lo que comporta. Desde el punto de vista artístico la gente te miraba por encima del hombro, pensaban ¡qué locos!
En este caso, tal vez era la disciplina artística más que por ser mujer lo que condicionaba.
Esther / En parte sí, cuando hicimos la performance en Bilbao en el 68, en el periódico de San Sebastián, que era reaccionario, hablaban de mí como la chica de buena familia que estaba haciendo «estas cosas». A mi me daba bastante igual. Una vez mi madre leyó una crítica que nos ponían más bien mal, y ella comentó: «dicen que tengo una hija cómica». Por aquel entonces, ser artista de teatro estaba bien visto, en cambio, cómica era otra cosa.
Podría ser que en España no hubiesen tantos referentes de performance…
Esther / Había gente que había ya trabajado la performances, en Barcelona, por ejemplo, pero, claro, no se conocía demasiado.
En Francia te sentías más libre
Esther / Al regresar de una gira por EEUU que nos organizó Cage, creo que era en el 73, no veía el volver a España con Franco. Así que me instalé en París por motivos políticos. Por el hartazgo de una dictadura, incluso del ambiente artístico.
¿Qué vais a presentar en la galería para el BGW?
Gabriela / Presentaremos una serie de obras recientes sobre el poema de los números primos. Creíamos que era interesante mostrar este tema justamente con la coyuntura actual donde las matemáticas nos envuelven y nos dominan. Esther está haciendo un ejercicio que tiene mucho sentido con los debates que hoy nos ocupan alrededor de los algoritmos…Igual ella ha llegado de otra manera pero, desde el punto de vista comisarial, creo que es importante plantearlo así por lo que supone este trabajo visto hoy.
Esther / Es un trabajo que me hace reflexionar. Empecé a trabajar con los números primos a finales de los 70 a raíz de un sueño en el que nadaba en un mar de números. Cuando me desperté pensé que eran números impares pero luego, al escribir en un papel los números que recordaba haber soñado, me dí cuenta que todos eran números primos. A partir de aquí empecé a trabajar con ellos. Estoy totalmente convencida de que tienen que ver con el orden del universo. Me interesa mucho todo lo que puedo comprender y leer de astronomía. Para mí el arte es una vía de conocimiento y el hecho de trabajar con los números primos me ha llevado a aprender y comprender otras cosas. Por ejemplo, con los números primos he entendido que al principio cuando buscas un sistema puedes pensar que no funciona pero si sigues y lo haces más grande, siempre se crea una estructura que tiene un ritmo que a mí me sorprende cada vez. Cuanto más avanzas en los números más fácil es que tenga un divisor, entonces hay muchos menos números primos. En el 84 hice una serie de 6 dibujos donde empezaba de 1 a 1.000 de 1.000 a 2.000 y luego pasaba a muchos millones y entonces, guardando la misma estructura, ves que hay mucho más espacio entre un número primo y otro: el universo que se expande. Hay un momento muy determinado; un vacío muy grande en el que aparece un número primo como una especie de asteroide o de cuerpo extraño que está ahí. Esto me interesa más que el aspecto puramente artístico. Cuando trabajo en arte aprendo muchísimo porque no se casi nada de nada. Con ellos he aprendido y esto me ayuda a vivir.
Gabriela / Cuando se mete en este tema es como una obsesión, porque su trabajo requiere mucho. Cuando hace performance es un trabajo más liberador, es con el cuerpo, y cuando se mete en los números primos realmente es mucho más mental.
Esther / Desde hace unos años estoy trabajando con los números primos de Sophie Germain, una matemática autodidacta de la época de la Revolución Francesa prácticamente olvidada. He hecho muchos proyectos con relación a sus números. Primeramente porque me interesa, porque son números primos especiales que forman una combinación diferente, pero también, me permite salir de la serie «oficial» de números primos y sobre todo dar a conocer a una mujer que fue importante. Hoy en día hay mucha gente que trabaja en los números primos incluso me contactan para decírmelo. A mi me da risa porque ahora resulta que vamos a la moda. Por decirte que en todos los trabajos, todas las disciplinas y en todas las trayectorias pueden trabajar las ideas feministas.
Antes de finalizar nos gustaría retomar cuando decías que no necesitas la exposición en tu práctica artística, pero, sin embargo, ¿te enriquece el momento de encuentro con el público?
Esther / Creo que cuando haces una exposición, los y las artistas en general, yo en particular, lo mejor que se puede hacer es desaparecer. La interpretación de la obra, es la obra, y el público, el que la mira. Si yo empiezo a dar explicaciones le condiciono automáticamente porque yo soy teóricamente la autoridad. Prefiero no explicar nada. En la performance exactamente lo mismo. El público está ahí porque quiere, yo estoy ahí porque me gusta, porque me han propuesto y he aceptado. Estamos viviendo un momento juntos sin ninguna obligación, la mía es hacer las cosas lo mejor que puedo y responder a la idea que yo tengo. Y el público, si yo soy libre, el público también. Compartimos un momento juntos que es efímero y, que si queda en su memoria, con el tiempo se transformará, será diferente. Yo no necesito el contacto con el público, si está podemos hablar pero la comunicación no es lo que yo pueda decir hablando con ellos y ellas, lo que yo quiero decir está en la obra. Seguramente ellos la captan de una manera o de otra, y si no, captan otra cosa que todavía es mucho mejor, más interesante y, mejoran incluso mi obra, añadiendo interpretaciones que yo nunca hubiera hecho, y que a otros les pueda servir. Cuando veo en el museo el letrero al lado de la obra diciendo lo que la gente tiene que saber pienso que se está condicionando la interpretación del espectador, sobre todo porque el Museo es la autoridad. Es mejor que cada uno interprete como quiera. Dar datos geográficos, físicos, dónde nació, dónde murió, te puede ayudar a situar al artista. Pero que diga el o la artista quiere decir esto… A no ser que sea el propio artista el que quiera que lo expliquen, en eso no tengo nada que decir.